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Fecha de publicación: 14 de marzo de 2025

Entre la vida y la muerte

El Carnaval de Barranquilla es más que un evento, es una tradición que palpita en cada latido de quienes lo viven con devoción. Entre los hacedores, hay quienes llevan el folclor en la sangre, quienes han construido un legado y, aun en medio de adversidades, siguen entregándose con pasión. Esta es la historia de una mujer que, a pesar de las batallas que ha librado con la vida y la muerte, continúa danzando y enseñando el arte del Garabato con la misma energía de siempre.

Magalys ha enfrentado desafíos inimaginables, entre ellos una experiencia cercana a la muerte al dar a luz y una cirugía de corazón abierto. A pesar de estas adversidades, continúa entregándose por completo al arte del Garabato, una danza que representa la eterna lucha entre la vida y la muerte. Su historia no solo la convierte en un símbolo de resistencia, sino también en una fuente de inspiración para todos aquellos que aman el Carnaval. “Después de haber luchado para seguir con vida, sigo aquí, dándolo todo hasta que Dios me lo permita”, dice con una voz llena de pasión.

El Carnaval de Barranquilla es mucho más que un evento de cuatro días: es un estilo de vida, una pasión que palpita en el corazón de sus hacedores, quienes dedican su tiempo y esfuerzo a preservar y enriquecer una de las tradiciones culturales más emblemáticas de Colombia. Entre estos guardianes de la cultura se encuentra Magalys Salas, una mujer cuya vida es un testimonio de resiliencia, compromiso y amor por el folclor.

Uno de sus mayores orgullos es ver la continuidad del legado en las nuevas generaciones. “Muchos directores ya tenemos una edad avanzada y tenemos que pensar en quién nos va a relevar”. En su grupo de Garabato, la tradición de las medias rojas y amarillas marca la transición entre quienes guían la danza y quienes la recibirán en el futuro. Su sobrino Joshua, apenas un niño, ha asumido con naturalidad el papel de la muerte en la danza, convirtiéndose en una promesa de la cultura barranquillera.

Desde la evolución de los trajes, la innovación en los materiales y la conexión con otras culturas, su visión del Carnaval es tanto de preservación como de adaptación. No se trata solo de repetir lo que hicieron sus antepasados, sino de encontrar nuevas formas de mantener la esencia viva.

Cada año, con el inicio de la Guacherna, los sombreros iluminados, los tocados y las capas decoradas vuelven a tomar las calles. Y ella, con su fuerza inagotable, sigue ahí, demostrando que el Carnaval de Barranquilla no es solo una fiesta, sino una forma de vivir.