Fecha de publicación: 14 de marzo de 2025

PUNTADAS DE CARNAVAL

Por: Jesús Esteban García Galvis

Entre alegría y cansancio, Elba Luz Torres mira al guardián del tiempo, que tan viejo como sabio, le indica que hace un par de horas la cuenta regresiva volvió a cero. En aquel cuarto de costuras, en el que para llegar hay que cruzar todo el pasillo principal de la casa, lo único que se escucha con claridad es el fuerte ruido del silencio entrelazándose con cada pespunte proveniente de esa amiga incondicional, quien ha estado con ella desde hace más de 30 años, como si de una compañera de mil batallas se tratase. Casi siempre se refiere a ella como ‘la Singer’, aunque en ocasiones, cuando la migraña y el mal genio se apoderan de su ser, simplemente le llama máquina de coser.

Poco a poco, siente que el nuevo día que apenas empieza a gestarse en el vientre del amanecer, no va a ir directo al abismo del olvido como suele suceder con la mayoría, que atados a cadenas de monotonía no tienen otro destino más a donde ir, y es que hoy no es un sábado cualquiera para Elba, hoy Joselito está más vivo que nunca y Juanita ya volvió con su maleta cargada de lejanías. Hoy ya todos preguntan qué es lo que tiene el carnaval de curramba, e incluso otros más osados, empiezan a negociar con la muerte, asegurándole que no se opondrán a su visita, siempre y cuando los deje gozar de su fiesta sagrada.

  • Me acuerdo de que en una Batalla de Flores ya eran como las 4:30 y mi mamá se quería ir ya, entonces nos dijo que saliéramos y nosotros no le hicimos caso, ¿Y sabes que hizo?, se escondió detrás de un grupo de gente para que creyéramos que se había ido sin nosotros, ni pa´que fue, el único que no lloró fue Rafa, porque lo que fue Mary, Marta y yo éramos un mar de lágrimas. Como a los 5 minutos apareció y ahí si todos derechito pa´la casa.

-Eso es lo malo cuando a uno le llegan todo ese poco de recuerdos, quiere uno retroceder el tiempo pero no se puede y termina es uno todo achicopalao’.

‘Abuemba’, como cariñosamente le dicen sus 2 nietos, empezó hace cinco años a crear un estilo propio de carnaval, plasmándolo en diseños exclusivos. Ella se siente orgullosa de haber fabricado tanto para grupos folclóricos como para empresas reconocidas prendas y disfraces que destacan en los principales desfiles de carnaval.

  • Otra fue la vez que a mi sobrina Isabela se le rompió un traje verde bien bonito que tenía por un costado y debía usarlo para salir en la Gran Parada, fue a la casa como a las 10 de la noche casi que llorando para ver si podía hacer algo, mejor dicho, me tocó volver patas arriba el taller buscando una tela que fuera igual a la del vestido para que no se viera ordinario el remiendo, imagínate, era un verde turquesa. Al final pude arreglárselo y la pelada se fue feliz a su desfile.

Vuelve y mira el reloj, solo para darse cuenta de que en una hora cesará el ímpetu de la oscuridad que irá desvaneciéndose con prontitud hasta perder el duelo con el crepúsculo. Puede parecer que a Elba el tiempo le está por ganar la batalla, sin embargo, para una mujer que pudo criar sola a sus 2 hijos desde que su esposo se alzó a un vuelo sin retorno, que logró salir adelante pese a sufrir de múltiples afectaciones físicas, pero sobre todo, que fue capaz de vencer a un quiste en su cerebro que los médicos declararon como inoperable, la entrega de 20 camisas carnavaleras se torna como una simple actividad más de rutina.

  • Estábamos casi a mitad de diciembre, ya no había cuarentena y estábamos pensando en esos días si coger para Aracataca el 24 o 31, cuando me llegan los resultados de el TAC que me habían hecho, mi hija fue la que leyó el resultado. Me empezó un cosquilleo en los pies que se me fue subiendo y cuando lo tenía en la cabeza se me fue la visión y casi me desmayo.
  • Después me puse a pensar y la verdad es que el único que decide el momento de morir es Dios, entonces hasta que él quiera yo voy a estar aquí, y estoy segura de que me dejará ver crecer a mis nietos y de ver triunfar a mis hijos.

El sol ya ha tomado su lugar en el firmamento, lo que hace un par de horas era silencio y oscuridad, ahora es un pasillo que resuena con cada pisada de Luis Santiago y cada grito jocoso de Azzaed, los retoños de su hijo mayor Luis Ángel, quienes cada fin de semana le recuerdan el por qué debe seguir luchando cada día contra las adversidades. Ahora solamente le queda por bordar las últimas 3 camisas para que Aylin, su hija consentida y la que la ha estado siempre junto a ella, le haga el favor de llevarlas a donde su prima Melanie, quien será la encargada de estampar en aquellos atavíos los elementos característicos de una de las fiestas más grandes del país.

  • Yo admiro a mi mamá porque a pesar de las dificultades que pasamos los 3 viviendo solos ella nos sacó adelante y nos enseño que Dios nunca abandona a sus hijos. Luigi y yo siempre vamos a estar agradecidos con ella.

  • Si supieras lo que amo a mis 2 chiquitines, es como volver a ser mamá de nuevo, y eso que faltan los de Aylin…Ja, ja.

Cada viernes se dirige al boulevard de las torres para tomar el bus blanco que le deja cerca del Paseo de Bolívar, otrora Camellón Abello, ese lugar histórico de la ciudad que gozó de ser anfitrión en las primeras fiestas de carnaval. Allí busca abastecerse de insumos suficientes que le permitan cumplir con los compromisos que tiene pendientes. Ella ya conoce los locales en donde encuentra todo al mejor precio, y en algunos incluso se ha hecho amiga de las dueñas. Cuando la época de carnaval ya empieza a despertar, debe comprar el doble y en algunas ocasiones, el triple de lo que comúnmente lleva para poder satisfacer la demanda de trajes y vestidos que la inundan en un abrir y cerrar de ojos.

  • Menos mal allá en el Gran Elefante está Martica que ella si me trata bien con los precios, que días me dejó los 2 metros de lino en cincuenta mil, pa’ que veas tu.
  • Toda esa zona del centro me la conozco de memoria, es muy difícil que me vare por materiales, si no hay en un lado yo sé pa´donde ir enseguida, y si allá tampoco hay sé pa´que otro lado coger.

El sol ya se ubica en su punto más cenital, y luego de una maratónica jornada que ha dejado exhausta a la mujer de 53 años nacida en el mismo lugar que el premio Nobel de literatura, se levanta de aquella silla azul de plástico de la que por poco salen raíces debido a el tiempo prolongado en el que estuvo sentada. Antes de cerrar la puerta, mira detenidamente por un par de segundos a la Singer, como queriéndole decir ‘gracias, estuviste a la altura como siempre’, para luego atender al llamado que escucha del otro lado del pasillo; Es su yerna Zulay, quien le avisa que el almuerzo está listo y además, le pregunta que si se va a perder el desfile de la Batalla de Flores.

  • Ja, primero me pierdo tu matrimonio que mi Batalla de Flores,

Cada vez que sintoniza los desfiles del carnaval por televisión, termina con sentimientos encontrados; por un lado, el orgullo cuando muestran disfraces realizados por ella, como el traje de cumbiambera que exhibe con satisfacción la hija de su vecina Karen, y del vestido de marimonda con el que su sobrino Howard desfila en la comparsa de una reconocida empresa de telefonía, pero por otro, siente algo de tristeza por los tiempos en los que su salud le permitía poder irse a un palco a disfrutar de todo en directo, y de rematar la noche tirando pasos en el bordillo con su familia.

  • Igual me quedo contenta porque mientras pude me disfruté cada día del carnaval con los míos, y de todas formas sigo haciéndolo, no es que tampoco esté en las últimas, hay Elba pa´ rato todavía. 

Cuando las comparsas recorren la ciudad y las polleras giren en torno a ritmos de cumbia y mapalé, nadie se imaginará aquellos desvelos ni el ruido del eco de la Singer. Sin embargo, en cada hilo de color, en cada lentejuela que atrape el sol, y en cada sonrisa que baile con la brisa ahí estará Elba, ‘Abuemba’, y todas las mujeres que han dedicado una vida entera a preservar la historia y tradición de una celebración que ya es obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Porque en el Carnaval de Barranquilla, quien lo vive es quien lo cose.

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